2/11/12

El duro camino hacia la cima (II)

En 1966 B.B. King tocó fondo. Fue presagio de aquel año de vacas flacas la desaparición en 1965 de su segundo autocar que no estaba asegurado contra robo. Este hecho sería tan sólo el principio de una serie de posteriores percances. En 1966, en rápida sucesión, el fisco le impuso un gravamen de setenta y ocho mil dólares a sus ingresos y su esposa solicitó el divorcio. Las perspectivas le parecieron aún más oscuras al darse cuenta de que otros bluesman estaban consiguiendo hacerse con el público norteamericano medio mientras que él seguía atascado en el circuito del mondongo.


Cuando su esposa Sue solicitó el divorcio, B.B. King no respondió en el juicio. Estaba destrozado y se sentía traicionado y rechazado. Según él, resultaba cruel solicitar el divorcio cuando se encontraba con problemas fiscales. Ella manifestó su equivocación y estar dispuesta a buscar la reconciliación. La respuesta de B.B. sería la idea fundamental de su próximo disco, que llegaría a ser su mayor éxito, "The Thrill Is Gone" (la emoción se ha ido). Sue le concedió su ruego y después volvió a querellarse contra él. En 1966, todavía sin hijos, se divorciaron oficialmente y B.B. King perdió lo que podía haber sido la mayor ventaja de su vida: una compañera sagaz y despabilada, con talento para los negocios.

Aproximadamente un año antes, alrededor de 1965, comenzaron a caer las últimas barreras que habían mantenido al blues como música racial. Habrían de transcurrir varios años para que B.B. descubriera aquel cambio y se beneficiase del mismo. La nueva apertura la proporcionó el público folk. Tanto los músicos de folk como numerosos empresarios sabían ya de la existencia de bluesmen de Chicago como Howlin´ Wolf o Muddy Waters. El cambio tangible comenzó en el Newport Folk Festival de 1965, que dedicó al blues un seminario vespertino formado por músicos de la tradición country blues como Son House y Mississippi John Hurt. Para aquellos amantes de la música, artistas como Sonny Terry, Lightnin´ Hopkins, o Bukka White constituían un espectro continuo de estilos. Tal tipo de blues era ya conocido por numerosos jóvenes blancos urbanos que lo consideraban una variante más de la música folk. No tenía cabida en él B.B. King, que hubo de verse relegado a la categoría de rhythm and blues, considerada, por lo general, burda y comercial en los círculos puristas del folk.

Ocurrió sin embargo algo especial en aquel Festival que habría de tener amplias repercusiones sobre los bluesmen en años posteriores, en especial sobre B.B. King. Actuaba aquella tarde en el programa un grupo que realizaba una de sus primeras apariciones frente a un público blanco numeroso de fuera de Chicago: la Paul Butterfield Blues Band. Butterfield y su conjunto interpretaban música muy amplificada y presentaban su propia versión del blues al estilo que se asociaba con los guetos de los barrios sur y oeste de Chicago. Si bien Butterfield y tres de sus cinco acompañantes eran blancos, su música procedía directamente del blues urbano negro y estaba tocada con autoridad y convicción. Su autenticidad hizo mella en el público y los abundantes músicos y empresarios asistentes se sintieron arrebatados por su virtuosismo y su presencia escénica. Butterfield y su banda habían obtenido un triunfo total.

Paul Butterfield era un reconocido admirador del armonicista Little Walter, pero en su banda había además dos guitarristas blancos fundamentales: Michael Bloomfield natural de Chicago y Elvin Bishop procedente de Tulsa, Oklahoma. Ambos guitarristas eran fervientes seguidores de B.B. King y devoraban sus grabaciones, atentos al más mínimo matiz, copiando con devoción todos sus rasgos. Cuando unieron sus fuerzas Bloomfield, Butterfield y Bishop, la música que tocaban le debía más a B.B. King que a ningún otro artista de blues del planeta. El entusiasmo que generaron la Butterfield Band con Bishop y Bloomfield dio pie a una nueva curiosidad por conocer los orígenes de su música. Innumerables entusiastas, críticos, periodistas musicales y otros guitarristas se encontraron constantemente con un nombre, B.B. King.

Resulta difícil, desde nuestra perspectiva, apreciar lo novedoso del sonido del primer elepé de Butterfield en el momento de su aparición; pero a los oyentes que nunca hubieran escuchado tocar la guitarra a B.B. King o la armónica amplificada a Little Walter, la Butterfield Blues Band les sonaria a revolucionarios musicales. Su rápido ascenso se debió en parte a la sensación causada por Mike Bloomfield, cuyo éxito formaba parte de la nueva tendencia imperante, que convertía en héroes de la cultura a los guitarristas. Apareció entonces un nuevo tipo de estrella: el maestro de la guitarra.

No fue Bloomfield el único guitarrista que encarnó el nuevo papel ni se limitó éste al ámbito del blues: alcanzaron el mismo estatus músicos de rock como Eric Clapton, Jerry Garcia y Jimi Hendrix, por no mencionar a los bluesmen Johnny Winter y Elvin Bishop. Todos ellos prepararon el camino al maestro de maestros, B.B. King. Clapton debe ser mencionado aparte y equiparado a sus compañeros ingleses: Eric Burdon de los Animals, John Mayall o Peter Green, los cuales estudiaron el blues norteamericano negro y lo volvieron a exportar a los Estados Unidos, una vez digerido.


En otoño de 1965, Elektra Records editó el primer elepé de Butterfield, que en el transcurso de los años siguientes alcanzaría amplia popularidad entre el público norteamericano medio. El éxito de Butterfield supuso la primera comercialización masiva de blues amplificado auténtico (más o menos el mismo tipo de música que tocaba B.B. King) y abrió, en consecuencia, una brecha en el muro que había tenido relegado al blues. Por aquel boquete entraría primero un puñado de músicos de Chicago y, tras ellos, lo haría B.B. King, no menos consternado que los demás al saberse descubierto por el público americano casi veinte años después de haber realizado su primera grabación.

Los primeros bluesmen en sacar provecho de la nueva conciencia del blues urbano fueron los incondicionales de Chicago, músicos como James Cotton (que había sido armónica del grupo de Muddy Waters), Junior Wells, Buddy Guy y Otis Rush. James Cotton, que había enseñado técnicas de la armónica a Butterfield, abandonó el conjunto de Muddy, formó uno propio y puso su carrera en las hábiles manos de Albert Grossman, que le contrataba en cafés orientados al público folk. Resultaba muy natural que los primeros beneficiarios fuesen los grupos de Chicago, dado que de allí era Butterfield y que las primeras ocasiones de conseguir contratos para actuar ante públicos blancos procedían de pequeños locales de folk, en los que no tenían cabida conjuntos tan grandes como los que llevaban B.B. King o Bobby Bland. 


Tercera parte


Fuente: Charles Sawyer: "B.B. King" (Ediciones Júcar 1985)

Sería precisamente en 1965 cuando vería la luz un álbum mítico en la historia del blues y por supuesto en la carrera de B.B. King, "Live At The Regal". Consumado maestro del directo, dejó plasmado en este álbum una de sus más grandiosas demostraciones. "Please Love Me" es tan sólo un ejemplo:



Paul Butterfield Blues Band y Son House (Newport Folk Festival 1965)

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